Estoy aquí
y me reencuentro conmigo misma,
con hermanos y hermanas de estas tierras.
Es una sensación toda loca porque también me reencuentro
con hermanos y hermanas
de estas tierras pero que están allá, al otro lado del atlántico;
y con los que son de aquellas,
y siguen en ellas o se movieron para otros continentes y otras costas.
Siento muchas veces que habitamos en telas de araña, compuestas por personas
que somos hilos de luz entrecruzados.
que somos hilos de luz entrecruzados.
Nos movemos
¿o nos mueven?,
y entonces la tela de araña cambia de configuración,
pero seguimos todos conectados,
y puedo sentir los movimientos y las paradas de unos y otros.
Pero además de sentir los movimientos puedo compartir en la distancia experiencias y emociones que nos pueden ser familiares y/o totalmente nuevas....
y entonces crecemos todos juntos.
Muchas veces el mundo me parece grande,
otras muchas veces lo siento pequeño, íntimo.
otras muchas veces lo siento pequeño, íntimo.
Y a pesar de las distancias físicas,
las presencias y los acompañamientos son numerosos.
Camino por espacios que me son familiares,
pues los caminé hace unos meses, ¿o quizás hace cientos de años?
A pesar del fluir, porque todo me fluye en este momento,
mi cabeza a veces no puede dejar de preguntarse
"¿y cómo llegué yo aquí?.
Sentí un soplo de viento que se coló por ese espacio mínimo que existe entre las células de la piel.
Ese soplo de viento se coló y se dirigió a ese lugar que sólo él conoce:
el espacio de la nada.
En ese espacio habita la paz y el sosiego, los pensamientos no tienen lugar.
Se metió y se acostó en su rincón favorito y ahí comenzó su canto.
El canto comenzó a ser más consistente,
y comenzó a a hacerse más presente y franqueó el límite del espacio de la nada,
y los otros espacios:
el de las emociones,
el de los pensamientos,
el de los sentimientos,
el de los órganos,
el de los sueños.....
Entonces, de pronto,
abrí los ojos,
y vi